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Así Fue Como Trump Decidió Atacar Irán: Cambios de Opinión, Engaños y Secretos


De pie ante el atril de la sala de conferencias de la Casa Blanca, el jueves por la tarde, Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, leyó un mensaje que, según dijo, procedía “directamente del presidente”.

Debido a la “posibilidad significativa de negociaciones” con Irán que podrían hacer retroceder a Estados Unidos de estar a punto de lanzarse a la guerra en Medio Oriente, decía la declaración del presidente Donald Trump, este tomaría una decisión sobre si atacar o no a Irán “en las próximas dos semanas”.

Trump había recibido presiones del ala no intervencionista de su partido para que se mantuviera al margen del conflicto, y ese día almorzaba con uno de los más abiertos opositores a una campaña de bombardeos, Stephen Bannon, lo que alimentó las especulaciones de que podría abstenerse.

Fue casi todo un engaño. Trump prácticamente había tomado la decisión de bombardear las instalaciones nucleares iraníes, y los preparativos militares para el complejo ataque estaban muy avanzados. Menos de 30 horas después de que Leavitt transmitiera su declaración, Trump daría la orden de un asalto que pondría a Estados Unidos en medio del último conflicto desatado en una de las regiones más volátiles del mundo.

La declaración de Trump de “dos semanas” fue solo un aspecto de un esfuerzo más amplio de distracción política y militar que tuvo lugar durante ocho caóticos días, desde los primeros ataques israelíes contra Irán hasta el momento en que una flota de bombarderos furtivos B-2 despegó de Misuri para los primeros ataques militares estadounidenses dentro de Irán desde la revolución teocrática de ese país en 1979.

Las entrevistas con funcionarios del gobierno, aliados y asesores de Trump, funcionarios del Pentágono y otras personas familiarizadas con los acontecimientos muestran cómo, durante este periodo, las distintas facciones de los aliados de Trump compitieron para ganarse a un presidente que se debatía entre la guerra, la diplomacia o una combinación de ambas.

Los de fuera intentaban adivinar qué facción ascendía en función de con quién se reunía Trump en cada momento. Trump parecía casi regocijarse al decir a los periodistas que podía tomar una decisión “un segundo antes de tiempo, porque las cosas cambian, especialmente con la guerra”.

Todo el tiempo, Trump hacía declaraciones fanfarronas que indicaban que estaba a punto de llevar al país al conflicto. “¡Todo el mundo debería evacuar Teherán!”, escribió el lunes de la semana pasada en Truth Social, la plataforma de redes sociales de su propiedad. Al día siguiente, publicó que no había abandonado una reunión del Grupo de los Siete en Canadá para mediar en un alto el fuego en Medio Oriente, sino para algo “mucho más grande”.

Entonces, dijo al mundo: “Estén atentos”.

Estas declaraciones públicas generaron angustia en el Pentágono y en el Mando Central de Estados Unidos, donde los planificadores militares empezaron a preocuparse de que Trump estuviera dándole demasiadas alertas a Irán sobre un ataque inminente.

Incorporaron su propio engaño al plan de ataque: un segundo grupo de bombarderos B-2 que saldrían de Misuri y se dirigirían hacia el oeste, sobre el océano Pacífico, de forma que los rastreadores de vuelos pudieran seguirlos el sábado. Eso dejó una impresión errónea, para muchos observadores y presumiblemente para Irán, sobre el momento y la trayectoria del ataque, que vendría de otra dirección completamente distinta.

Aunque la declaración de las “dos semanas” dio al presidente más tiempo para la diplomacia de última hora, los oficiales militares dijeron que esa artimaña y el engaño con los B-2 también tuvieron el efecto de arreglar un desastre —el rumor sobre el ataque— que en parte fue obra del presidente.

Cuando se le pidió que comentara los detalles al respecto, Leavitt dijo que el presidente y su equipo “llevaron a cabo con éxito una de las operaciones militares más complejas e históricas de todos los tiempos” en relación con las instalaciones nucleares iraníes. Añadió que “muchos presidentes han hablado de esto, pero solo el presidente Trump tuvo las agallas de hacerlo”.

Trump había pasado los primeros meses de su gobierno advirtiendo al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, contra un ataque a Irán. Pero en la mañana del viernes 13 de junio, horas después de los primeros ataques israelíes, Trump había cambiado de tono.

El mandatario se maravilló ante sus asesores de lo que dijo que había sido una brillante operación militar israelí, consistente en una serie de ataques de precisión que mataron a figuras clave de la cúpula militar iraní y destruyeron emplazamientos estratégicos de armamento. Trump recibió llamadas de periodistas en su celular y empezó a calificar la operación de “excelente” y “muy exitosa”, insinuando que él había tenido mucho más que ver con ella de lo que la gente creía.

Más tarde ese mismo día, Trump preguntó a un aliado cómo estaban “andando” los ataques israelíes. Dijo que “todo el mundo” le decía que tenía que implicarse más, incluido el posible lanzamiento de bombas GBU-57 de 13.600 kilos sobre Fordow, la instalación iraní de enriquecimiento de uranio enterrada bajo una montaña al sur de Teherán.

Al día siguiente, el presidente dijo a otro asesor que se inclinaba por utilizar esas bombas “destructoras de búnkeres” sobre Fordow, a la vez que se enorgullecía tanto del poder destructivo de la bomba como del hecho de que Estados Unidos es el único país que tiene la bomba en su arsenal. El asesor abandonó la conversación convencido de que Trump ya había decidido bombardear las instalaciones nucleares de Irán.

Al mismo tiempo, el equipo del presidente seguía de cerca la reacción de sus partidarios más destacados en las redes sociales y en la televisión ante la perspectiva de que Estados Unidos se uniera a la guerra de forma más visible.

Prestaron mucha atención a las declaraciones de Tucker Carlson, el influyente podcaster y antiguo presentador de Fox News, quien se oponía de forma vehemente a que Estados Unidos se uniera a Israel para enfrentarse a Irán. Trump se enfureció por algunos de los comentarios de Carlson y empezó a quejarse de él en público y en privado.

Los asesores políticos de Trump habían estado intercambiando opiniones sobre diversas encuestas públicas y privadas que examinaban la popularidad de una acción militar contra Irán, y señalaron que el apoyo estadounidense a una operación dependía en parte de cómo plantearan la pregunta los encuestadores. Aunque las encuestas mostraban que una abrumadora mayoría de estadounidenses no quería que Estados Unidos entrara en guerra con Irán, la mayoría de los estadounidenses tampoco quería que Irán obtuviera un arma nuclear.

El presidente seguía de cerca Fox News, que emitía alabanzas a la operación militar israelí y presentaba invitados que instaban a Trump a implicarse más. Varios asesores de Trump se lamentaron de que Carlson ya no estuviera en Fox, lo que significaba que Trump no oía mucho de la otra parte del debate.

Las deliberaciones entre los funcionarios del gobierno sobre un posible ataque estadounidense a Irán estaban en pleno apogeo el domingo 15 de junio por la noche, cuando Trump partió hacia Canadá para asistir a la reunión del Grupo de los Siete. A los asesores de Trump les pareció que el mandatario estaba cada vez más cerca de aprobar un ataque, incluso cuando les dijo que Israel sería insensato si intentara asesinar al ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán.

Además, dijo Trump, si Estados Unidos atacaba Irán, el objetivo debería ser diezmar sus instalaciones nucleares, no derrocar a su gobierno.

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Un bombardero B-2, enfocado a contraluz, planea sobre el cielo celeste.
Un bombardero B-2 llegó el domingo a la Base Whiteman de la Fuerza Aérea, en Misuri, tras regresar de una operación contra instalaciones nucleares iraníes.Credit…David Smith/Associated Press

Para entonces, un pequeño grupo de altos mandos militares del Pentágono y del Mando Central de Estados Unidos en Tampa ya había empezado a perfeccionar los planes de ataque contra las instalaciones de Fordow y otros emplazamientos nucleares iraníes que los planificadores militares habían elaborado años atrás.

La planificación estaba dirigida por el general Michael Erik Kurilla, comandante del Mando Central, y el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto.

Los bombarderos furtivos B-2, con base en la Base Aérea Whiteman de Misuri, son los únicos aviones de guerra capaces de lanzar las bombas GBU-57 sin ser detectados por los radares iraníes. Los pilotos de los bombarderos B-2 han realizado ensayos exhaustivos para misiones de largo alcance como la que tenían ante sí: cruzar el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, recargar el combustible varias veces antes de sincronizarse con los cazas para el tramo final del vuelo hacia Irán.

Pero incluso mientras la planificación militar se llevaba a cabo en secreto, cada una de las publicaciones de Trump en las redes sociales parecía estar diciéndole al mundo lo que se avecinaba.

El presidente, dijo un oficial militar, era la “mayor amenaza para la seguridad operativa” a la que se enfrentaba el plan.

Para crear confusión en el plan de ataque, los oficiales militares decidieron que dos grupos de bombarderos B-2 salieran de Misuri más o menos al mismo tiempo. Un grupo volaría en dirección oeste, hacia Guam, con transpondedores que podrían ser rastreados por empresas de satélites comerciales. Otro grupo de siete bombarderos, con una carga completa de bombas y con los transpondedores apagados, voló hacia el este, en dirección a Irán, sin ser detectado.

Durante una conferencia de prensa el domingo, horas después del ataque estadounidense, Caine calificó la finta de Guam de “señuelo”.

El martes 17 de junio, Trump ya había tomado la decisión de atacar Irán. Pero llevó su diplomacia coercitiva a un nuevo nivel, al lanzar peligrosas amenazas a través de las redes sociales.

“Ahora tenemos el control total y absoluto de los cielos de Irán”, publicó en Truth Social, y añadió: “Sabemos exactamente dónde se esconde el llamado ‘Líder Supremo’. Es un objetivo fácil, pero está a salvo allí. No vamos a eliminarlo (¡matarlo!), al menos por ahora”. Exigió, en mayúsculas: “¡RENDICIÓN INCONDICIONAL!”.

Llegados a este punto, varias personas del bando antiintervencionista de los asesores de Trump se dieron cuenta de que lo más probable era que no pudieran impedir que el presidente atacara las instalaciones nucleares iraníes. Así que se centraron en intentar garantizar que la guerra estadounidense no se convirtiera en una guerra expansiva de “cambio de régimen”.

Ese día, el 17 de junio, el vicepresidente JD Vance publicó una larga serie de mensajes en las redes sociales que muchos del bando antiintervencionista interpretaron como que sembraba el terreno para una posible operación militar estadounidense y defendía de forma preventiva la probable decisión del presidente.

“Puede que decida que necesita tomar más medidas para poner fin al enriquecimiento iraní. Esa decisión corresponde en última instancia al presidente”, escribió Vance en lapublicación que fue muy compartida. “Y, por supuesto, la gente tiene razón al estar preocupada por el enredo extranjero tras los últimos 25 años de política exterior idiota. Pero creo que el presidente se ha ganado cierta confianza en este asunto”.

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Un grupo de personas reunido en la calle miran hacia el frente. Varios de ellos alzan carteles con los rostros de dos hombres con barbas largas y canosas. 
Manifestantes con banderas nacionales iraníes y carteles del fundador de la revolución, el ayatolá Jomeini, a la derecha, y del líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, el domingo en Teherán.Credit…Arash Khamooshi para The New York Times

Destacados activistas empezaron a trabajar para dar forma a la conversación sobre lo que probablemente vendría después del atentado: un debate sobre si se debía o no participar en una guerra destinada a conseguir un nuevo liderazgo en Irán.

“El cambio de régimen se ha convertido de forma rápida en el nuevo objetivo declarado de esta operación”, escribió el influyente activista Charlie Kirk, en una publicación en las redes sociales dos días antes de los ataques estadounidenses. “Estados Unidos debería aprender la lección y no implicarse en una guerra de cambio de régimen”.

Incluso mientras Trump publicaba sus propias declaraciones belicistas, se enfadaba al ver cómo los expertos de la televisión insinuaban su probable ataque contra Fordow. Se enfureció cuando The Wall Street Journal informó de que ya había dado luz verde a los detalles de la operación, pero no había dado la orden definitiva.

El jueves, Trump almorzó en la Casa Blanca con Bannon, uno de los críticos más destacados de la implicación de Estados u en la guerra de Israel contra Irán. Algunos ilusos del bando anti intervencionista interpretaron la reunión como una señal de que Trump se estaba echando para atrás.

Leavitt reforzó ese sentimiento cuando emitió la declaración de Trump, no mucho después de que Bannon llegara a la Casa Blanca, al indicar que se había dado hasta dos semanas para tomar una decisión, un plazo que solía invocar para tomar decisiones sobre cuestiones complejas cuando no tenía un plan claro.

Pero Trump ya había dictado la declaración de Leavitt antes de reunirse con Bannon. Fue un engaño calculado para dar un respiro al presidente y sugerir que no había ataque inminente.

Hasta ese momento, Trump había estado dispuesto a seguir escuchando a los escépticos sobre el ataque a Irán, y a oír argumentos sobre sus posibles consecuencias nefastas, incluidos los precios del petróleo, la guerra civil en Irán y una posible crisis de refugiados, además de la perspectiva de ataques de represalia que podrían llevar a Estados Unidos a un conflicto sostenido.

El viernes, Trump abandonó la Casa Blanca por la tarde para asistir a un acto de recaudación de fondos en su club de Bedminster, Nueva Jersey, su principal refugio veraniego, lo que alimentó aún más la impresión de que no había ningún ataque inminente.

Pero a las pocas horas, hacia las 5:00 p. m. del viernes, Trump ordenó al ejército que iniciara su misión en Irán. Debido a las 18 horas que tardarían los B-2 en volar de Misuri a Irán, sabía que aún tenía muchas más horas para cambiar de opinión, como hizo en el último minuto en 2019, cuando ordenó ataques aéreos contra objetivos iraníes y luego los abortó.

Pero pocos en su gobierno creían que esta vez daría marcha atrás.

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Una imagen satelital de una construcción que parece estar en un sitio apartado y desértico. 
Una imagen de satélite proporcionada por Maxar Technologies muestra los daños en las instalaciones de enriquecimiento de Fordow, en Irán, tras los ataques estadounidenses.Credit…Maxar Technologies

Comenzó una operación militar compleja y altamente sincronizada. Muchas horas después de que las dos flotas de B-2 despegaran en direcciones opuestas, los bombarderos con destino a Irán se unieron a aviones de combate y volaron sobre el espacio aéreo iraní.

Los submarinos estadounidenses lanzaron 30 misiles de crucero Tomahawk contra las instalaciones nucleares de Natanz e Isfahan.

A medida que los aviones se acercaban a Fordow y Natanz, los cazas se colocaron delante de los bombarderos y dispararon ataques destinados a suprimir los misiles tierra-aire que pudiera reunir Irán, dijo Caine en la sesión informativa del Pentágono del domingo.

A las 2:10 a. m. del domingo, hora de Irán, el bombardero principal lanzó dos de las bombas GBU-57 sobre el emplazamiento de Fordow, enterrado a gran profundidad bajo la ladera de una montaña y cientos de metros de hormigón. Al final de la misión, se habían lanzado 14 de las bombas “rompebúnkeres”, la primera vez que se utilizaban en combate.

Funcionarios del Pentágono dijeron el domingo que los bombarderos y cazas estadounidenses no se encontraron en ningún momento con fuego enemigo.

Horas después de que los aviones estadounidenses abandonaran el espacio aéreo iraní, Trump pronunció un discurso triunfal en la Casa Blanca en el que afirmó que la misión había “aniquilado de forma completa y total” las capacidades nucleares de Irán. Sugirió que la guerra podría terminar con esta misión puntual si Irán renunciaba a su programa nuclear y negociaba.

Sin embargo, el domingo por la tarde, los funcionarios estadounidenses habían moderado el optimismo de la noche anterior, al afirmar que las instalaciones nucleares de Irán podrían haber resultado gravemente dañadas, pero no del todo destruidas.

Vance reconoció que existen dudas sobre el paradero de las reservas iraníes de uranio casi suficiente para la fabricación de bombas. Tanto él como el secretario de Estado, Marco Rubio, insistieron en que el objetivo no era un cambio de régimen en Teherán, lo que podría implicar un compromiso prolongado por parte de Estados Unidos.

Pero Trump, cuya operación fue objeto de elogios en la cobertura informativa no solo por parte de sus aliados, sino también de algunos de sus críticos, ya había pasado página, al insinuar en una publicación en Truth Social que sus objetivos podrían estar cambiando.

“No es políticamente correcto utilizar el término ‘cambio de régimen’”, escribió, “pero si el actual régimen iraní es incapaz de HACER A IRÁN GRANDE DE NUEVO, ¿por qué no habría un cambio de régimen?”.

Mark Mazzetti es un periodista de investigación con sede en Washington D. C., especializado en seguridad nacional, inteligencia y asuntos exteriores. Ha escrito un libro sobre la CIA.

Jonathan Swan es corresponsal del Times en la Casa Blanca y cubre el gobierno de Donald Trump. Puedes contactarlo de manera segura en Signal: @jonathan.941

Maggie Haberman es corresponsal en la Casa Blanca para el Times y reporta sobre el presidente Donald Trump.

Eric Schmitt es corresponsal de seguridad nacional para el Times. Ha informado sobre asuntos militares estadounidenses y antiterrorismo durante más de tres décadas.

Helene Cooper es corresponsal del Pentágono. Anteriormente fue editora, corresponsal diplomática y corresponsal de la Casa Blanca.

Con información del New York Times

www.visionsinaloaportal.com.mx es un medio de comunicación de información general. Inició operaciones en junio de 2001, primeramente, con una circulación estatal en la edición impresa, y hoy desde Los Mochis, Sinaloa, México para todo el mundo de manera digital por la web en línea dándole un vistazo al quehacer público diariamente. Desde entonces a la fecha, bajo la Dirección General del periodista Froilán Imperial Beltrán, quién cuenta con 31 años dentro del gremio periodístico, iniciando su trayectoria en la fuente policiaca de los periódicos El Debate de Los Mochis, Diario de Los Mochis y La Voz de Sinaloa.

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